domingo, 29 de julio de 2012

De Puerto a Puerto

Tengo esta idea en la cabeza.

De una relación establecida y reafirmada en momentos donde internamente se siente la grandeza de una conexión genuina y valiosa me quedan los recuerdos. Las sensaciones cotidianas de que ella se encuentra presente sólo se condensan en pensamientos de horas particulares: cerebro de intérprete a generador. Tacto y lectura invalorables por la simple acción de compartir algo personal de tal día, de la intimidad de la que algunos extraños formaron parte, del tropezón y de la queja son notablemente archivados.

Y ahora veo lejos ese contacto, prueba de una conexión establecida y reafirmada. Mas no se ha ido ladrón. En vez me ha dejado la capacidad de percibir cuando estos nuevos extraños me convidan una parte simple de sus vidas, y luego valorarlas, que es la parte más importante.

Gracias a la distancia sólo las memorias son valederas. Pero gracias a mi relación con ella puedo construir nuevas y sanas para mi mente.

Gracias verde.

martes, 17 de julio de 2012

Tazos, carros y bolondronas.

Cuando era pequeño en algún momento me di cuenta de que mi manera de ser variaba en función de quién me rodeaba. Desde ese momento, que pudo haber sido muy puntual o muy extenso y discretizado, he sentido un aire de equivocación rondando el asunto.

Adaptación. Esa ha sido la palabra que ha descansado en el fondo de mi subconciente aportanto desde atrás pobres destellos de tranquilidad que me hacen sospechar que después de todo quizás "estar dividido" no está mal.

Pero. Todos me llegaron a ver como un niño inquieto, por lo que sospecho también, en contraposición ortogonal, que la imagen que proyectaba hacia los demás era muy estable y constante a lo largo de los distintos grupos entre los que me desenvolvía; dejando así, entonces, la idea de estar dividido atribuido a el hecho comprobado de que suelo sobre analizar mis alrededores.

No sé la respuesta. Y cuando voy por ella, se vuelve aburrido.

Pienso. Ser inocente de pensar que no dejo filtrar la mayor parte de mi en conversaciones banales o diarias. Ni si quiera eso... Sólo gestos, miradas. ¿Ser tan inocente? Me molesta.

Me molesta mientras me molesta no considerar la posibilidad, a su vez, de que soy un camaleón. De que soy víctima de mi propia forma de ser y absorto en ello no detecto como me adapto a cada quien. Después de todo, sé que soy adaptativo.

¿Cómo afirmar, después de leer esto de que soy uno solo? y ¿cómo controlar la arrogancia naciente al sospechar de que soy muchos? cuando claramente me encanta.

Siento es justo ahí donde percibo el roce ligero de un aroma flotante y perdido deambulante a maldad. Maldad en potencia.

Como naciente y tímida, controlada externamente en un niño que le encanta jugar.

Ser capáz de engañarte a ti mismo. A drede. Con el enredo del enredo para voltear tu mente a la inversa y dejarla insegura, desorientada. O simplemente divertida.