lunes, 28 de junio de 2010

Luces sobre lo extraño

Creo fue en una iglesia donde escuché... no. Fue el maestro Yoda que dijo, "el miedo a perder es un camino hacia el lado oscuro...".
Y yo en mi mente siempre me he sentido triunfante a no temer a ello.

En algún momento de mi vida aprendí a ser desprendido.

Seguro si pudiese ver una película de mi infancia podría detectar esas ocasiones influyentes. En un viaje a Mérida sin nadie de mi edad, o al perder una lonchera. Quizás un día a mis seis años al renunciar a un juguete porque mi mamá me dice que se lo preste a Erika, sabiendo que ella puede dañarlo.

Desde mi lado, simplemente decidí soltar el juguete.
Pasan dos minutos en los que quiero llorar y de repente me doy cuenta de la alegría oculta en el momento, de ella que parece hacer un nexo más fuerte conmigo que con el objeto que sujeta.
Al final no querer prestar el juguete se vuelve irrelevante.

Y por como me comporto ahora, por como me siento en general respecto al tema, creo que subconscientemente lo he ido desarrollando poco a poco, a paso constante. Me observo y lo noto. Y me lo agradezco.

Tanto es así que más de un amigo mío envidia mi libertad de despreocupación, lo que significa, al menos dos.

Y puede haber un lector, justo ahora, que diga: "pfff, yo tambien me despreocupo", "una vez tenía..." "y lo que hice fue...".
Todos, o casi todos prestamos nuestros juguetes ¿verdad?

Pero ¿hasta qué punto degenerado puede uno despreocuparse?

El asunto es que el mío está un poco lejano, y los que justo ahora me extrañan y sienten que no los contacto lo suficiente pueden ir descifrando... No es por descuido.



Yo no quiero perder amistades

Hay una notable diferencia, bueno quizás sutil, pero definitivamente importante diferencia entre temer a perder un amigo y no querer perderlo.

Extrañar y desear acortar distancia. Extrañar y preguntarse ¿por qué no acortarla?

Tiene que ver con la jerarquización de sensaciones, y su clasificación.

Para mi extrañar no es malo, tampoco digno de ser evadido, de modo que no lo evado.
Estoy seguro que en algún momento de mi vida lo que más necesité, necesito o necesitaré: extrañar.

miércoles, 23 de junio de 2010

así que practiqué Escritura Espontánea

En varios momentos de mi vida he recurrido a una hoja y un bolígrafo. Todas las hojas donde he descargado todo lo que siento en ese momento han sido cuadriculadas. Todas.

En bachillerato, en mi cuaderno de matemáticas, en algún momento, uno de esos en los que me caía de la nube de que Ariadna me paraba, iba a las últimas hojas y empezaba a escribir lo que Bruce Willis me enseñó en Sexto Sentido. Escribir, escribir y escribir sin pararme a pensar lo que estaba escribiendo.

Empezaba por lo que fuese, por lo que pasase por mi mente, y poco a poco iba divisando palabras acerca de sentimimentos, represiones, impresiones, juicios, gustos, posibilidades, entendimiento, locura para alegrarme, querer, odio para relajarme (afincaba más la letra =D). Cuando salía alguna frase que daba en el clavo, sentía como el peso se desamarraba de mi pecho, se volvía aire tibio que viajaba a mi garganta, se me escapaba en el aliento y ahí quedaba, plasmado.

Ese instante es como flotar en suma satisfacción.

Era relajación, por lo que se puede enterder en primera instancia. También era orgullo. Orgullo de tener la capacidad de sentir algo que dentro de ti es tan abstracto, que se mueve, sofoca, y luego escribir alguna frase organizada para dejar constancia fiel acerca de lo que pasó, dentro de ti. Simplemente acercarse, minimizar el error.

Ahora. En otro país, lejos de casa y de las personas con las que estoy acostumbrado a vivir, en un sitio donde no hay familia sino un futuro brillante, donde hay aprendizaje a borbotones, otro idioma, éxito, me encontré en un día apático y en un bloc cuadriculado. Me encontré en un bloc cuadriculado, con hojas parecidas a las de mi viejo cuaderno, ecribiendo el post anterior.

Y al terminarlo, en la pagina anterior, escribí luego lo siguiente:



Tengo mi trabajo adelantado, y un bloc de cuadros en el que me fascina escribir. Así que escribo.

En momentos como éste de repente me pega un impulso por dejar registro de lo que estoy sintiendo. Ahora que lo pienso, o que hurgo en lo que estoy sintiendo me doy cuenta que es algo muy turbio, y escribiendo lo aclaro. Mala suerte si esto apesta, algún día no lo hará.

Quizás lo que me esta pasando es lo que le pasa a las personas cuando detienen el hábito de fumar. Estoy limpiando mi sistema, y en el proceso sudo frío, la cabeza me da vueltas y la mayor parte del tiempo no sé sobre qué estoy escribiendo, aunque sí sobre lo que leo. Quien lo piense bien notará lo tortuoso que es esta situación para mi. ¿Por qué? Porque quiero escribir.

En medio del trabajo, entre el llenado de formas jerárquicas llenas de equipos que me llaman la atención, empiezo a encontrar mi calma escrita, insitada por este magnífico bloc. También la pluma con la que escribo hace el proceso más atractivo. Me gusta la imagen.



Ahora pienso que hablando de nada me empiezo a divertir.

E insisto en que es nada para huir de alguna etiqueta, tratando de hacerme inmune al lector. Y quizás se trata de vulnerabilidad precisamente, de no tener miedo a dejar conocer lo que me gusta, más allá de lo tonto del tema: no es eso. No me parece que escribir sobre algo "tonto" sea tonto, me parece que escribir sobre nada es tonto. No tener asunto.

Por ejemplo, ¿qué asunto le pondría Verónica a uno de mis escritos? Si alguien le preguntase: ¿y de que habla? ella pudiese resumir. O cualquier otra mente. Cualquiera. Quiero universabilidad de lectura en mis escritos, un argumento claro, debatible. Y siempre me consigo ampliando mi mente un poco más... ¡Qué desastre!

martes, 22 de junio de 2010

de No Me Hallo a lo siguiente,

Creo que puedo hallarme en el conocimiento, en la comunión con los que estudian lo mismo que yo. Creo que puedo hallarme en las bromas que ocultan el saber de lo que hay detrás. Creo que me encanta jugar en donde mi mente une puntos, como en los libros para colorear. Ver cómo funciona cada valvulita o cómo doblar los tubos en neumática. Tener un idea brillante al posicionar una puerta. Recibir las felicitaciones del jefe.

Y para ello hay que leer...




Todo converge en el leer. Ahí creo encontraré a esa mente. Y abandonaré la soltería para siempre.

Creo que puedo hallarme en el conocimiento porque es universal. Porque Brayton fue un solo hombre, y su ciclo es único, y existen los que lo conocen y los que no; y luego los que lo entienden y los que no.

Quiero conocerlo hasta poder hallar la analogía en hervir una papa.

Resulta que creo puedo hallarme empujándome a leer y conocer sorprendiéndome a mi mismo. Sorprendiéndome a mi mismo.



Yo pienso (o pense) que tú estás ahí Elena, porque admiro tu escritura, aunque a veces no comparta tus palabras, mejor, tus ideas. A veces no comparto tu punto de vista. Y me he encontrado buscando tu tácita aprobación, te has vuelto una meta tan ideal.

Por lo que dices llego a pensar que estás igual de perdida que yo. Pero fíjate, hubo algo tuyo que me hizo querer encontrarme, en un reflejo de lo que haces. Quisiera yo escribiese como tú. Poder expresar mis ideas y arremeter las tuyas. Llegar en mi mente donde pueda combatir contigo, llevando las armas que quiero llevar. Sólo así estaré tranquilo del resultado de la batalla.

Lo suelo decir: "me gusta leer". Y la verdad es que aún no me doy cuenta de que me gusta, me encanta.
Me intimida tanto todo lo que está escrito.

jueves, 17 de junio de 2010

No estoy viviendo ni en Nueva York ni en Venezuela.

Todas las mañanas se que soñé con Cinthia en una fiesta en casa de Calo, estábamos riendo y había tequila en la barra. Celebrábamos /// porque veníamos de la universidad, de tomar unos tragos del vino que tenían. En el hipo podría estar escuchando a mi mamá que me comentaba en la cocina /// "el otro fin de semana sobre la arena Pedro se cayó y todos nos echamos a reir", y contándonos nos decía: "Senor, usted lo que está es loco". Juguemos raquetas de playa, "vamos Pablo". Y él, que jugando salta al techo /// por la presión presión presión, del trabajo y de la universidad, de Muga y de que quiero saber // dónde carrizo se metió la Serpiente esa. No me he conectado en internet en dos semanas, luna y marte.

No vivo ni en Caracas ni en Nueva York, porque vi en la foto de mi universidad el regocigo de ver el partido juntos. Y a nosotros igual como que no nos interesa.\\

Ni aqui ni allá, cuando en la mesa frente al baño, en el piso 2, en el edificio 4, me quedo con el emparedado de salami con pechuga de pavo, viendo nada, pensando todo.

Y éste será uno de los viajes ¡más excitantes de mi vida!

Ya empiezo a saber por qué. =)

martes, 1 de junio de 2010

La Planta le ganó a mi Mente. ¡¡Genial!



Hoy fue mi primer día en la Planta.
Estoy hiper cansado y emocionado a la vez. No tengo mente para escribir, pero no quiero perder esta oportunidad...

Mencionaré,

Llegada matutina, ingresamos con las tres tarjetas. ¡¡Emoción de que tengo una tarjeta!!
Los mega edificios de paredes metálicas, las cuatro chimeneas coloridas.
Conocer a los otros cinco estudiantes que comenzaron ese mismo día.
Desayuno completo (mapple syrup), charlas, uniformes y documentos.
Amabilidad de las personas, soy el único extranjero de los pequeños.
Varios reaccionaron con una sonrisa al escuchar mi proveniencia. Venezuela.
Libertad, seguridad, así que hay que ponerse los cascos en todas las areas. También los lentes.
Comienza el viaje, los dos edificios, primero el diez.
Salas de control, bellezas rotativas, altas alcantarillas, plástico en mis oidos.
Historia. Carbón en polvo.
Piso elevado, en altitud y temperatura.
El techo. ¡Ohh!
El techo...
¡La ciudad! ¡Ohhh!
¡¡La ciudad!!
La brisa y una foto inapropiada, mal tomada.
El piso del techo era un poco acolchado, casi imperceptible hasta que lo pisas.
Broma en el ascensor. No fue tan buena...
Vamos al otro.
Mi piso.
Mi cubículo.
Regalos de oficina, un vaso térmico.
Una señora como instructora inicial, es Nicaragüense y ¡muy amena!
Baño pulcro, té disponible, nevera y demás.
En el otro piso una breve narración de lo que fue aquella sala de reunión.
Instrucciones,
despedida.

Llegué aboslutamente cansado, pero me costaba no sonreír.
Disculpa memoria por dejarte las sensaciones a ti.
Pobres imágenes, que no hacen justicia...
Registro burdo.