viernes, 30 de julio de 2010

martes, 27 de julio de 2010

Extraño a Edu.

Muchas veces la escritura se me es incitada por una canción que no abandona mi cabeza.

(8)... I found a way, I found a way.... If your open up your mind. It's gonna take some time to realize, but if you look inside I'm sure you'll find....(8)

Hoy suena en 103.mimente la canción inicial de la serie "Drake y Josh".
Es como un disco rayado... No ha terminado la frase y comienza otra vez, salta, se repite y comienza de nuevo, en el puente, coro.
Suena tanto que por primera vez hasta le he prestado atención a la letra... Y la razón por la que no abandona mi cabeza es porque está asociada a un recuerdo que anhelo en este momento.


En muchas noches de mi vida universitaria me desvelé terminando el informe para el día siguiente, y el ambiente en todas aquellas fue muy similar: mi hermano en su cama desplomado, dormido, arropado y sin lentes gracias a mi, respirando profundamente.
Como él no puede dormir o quedarse dormido con la televisión apagada, allí ella está, sintonizada en Nickelodeon, emitiendo Drake y Josh.

Y recordando, atormentado por la canción eterna, pienso.

Extraño a mi hermano.
A pesar de la ladilla de redactar esos imbéciles informes, ahora añoro un poco una partecita de esos momentos.

Había instantes en que paraba de teclear y volteaba.
La serie en la televisión de dos hermanos viviendo situaciones graciosas, estando, me entretenía y sacaba del deber.
Miraba hacia atrás y ahí estaba mi hermano, durmiendo. (Los dos compartimos el gusto por las series de Nick... De ahí que Hola Ola sea referido como iCarly peor. Aunque usted no lo crea)
El azul de las paredes afincado por el espectro titilante. La casa callada.
Solo suena la canción incesante, como justo ahora en mi mente.

Lo que pienso es que quisiera estar en un momento así y poder caerle a gritos, despertarlo bruscamente y hacerlo molestar. Esquivar los golpes riendo y tener otra anécdota con él, y contarla cuando tenga treinta años, o sesenta y dos.



Extraño a Edu. Ya le compré su CD de Slash.

Extraño a Edu. Quiero golpearle el brazo o hacerlo sentir más pequeño refiriéndome a él como niño. Quiero preguntarle discreto quienes son sus amigas a ver si descubro quién le gusta.

Quisiera despeinarlo o decirle que no quiero jugar Guitar Hero. Quisiera escucharlo contento decir que mamá está haciendo torta de chocolate. Quisiera regañarlo y demostrarle mi madurez explicándole que se la tiene que llevar mejor con Michelle. Quisiera explicarle algo, cualquier cosa, funciones, fracciones, la marea, motor de combustión interna, que lo aprenda y no lo olvide jamás. Que algún día diga, tal cosa es así y así, me lo enseño mi hermano.

Con él, debatir:

-Quién es más cool
-Quién sabe más de música
-Quién es mejor
-Quién quiere más al otro
-Quién es mejor en Guitar Hero (batería)
-Quién está más seguro de lo increíblemente gracioso que es él
-Quién twittea mejor
-Quién se la llevar mejor con mamá y papá
-Quién le sabe pedir mejor a ambos
-Quién tiene mejores shorts playeros
-Quién tiene más suéteres de cuello alto
-Quién se pone los zapatos de quien
-Quién persigue a quien
-Quién ordena las medias
-Quién usará la computadora de escritorio
-Quién extraña más


Eduardo, Eduardito, te pareces a mi papá, de chiquito eras una albóndiga con patas y llamabas a tío Pablo "tío Paaaalooooo". Enséñame a girar el balón de volleyball en la punta de los dedos y yo te enseño una buena base de matemáticas e inglés.



Lo anterior fue escrito en mi bloc cuadriculado el día lunes 26 de julio de 2010, día cien (se lee cien) de mi estadía en esta ciudad, en horas de la mañana.

Además...

Hoy es buen día para haber publicado esto,
porque mi hermano me incitó con sus tweets
y porque hoy entiendo un poquito más el tema de los juicios, su control, su descontrol.

Nota veloz acerca de lo que quiero recordar:
-Basta de hacerme juicios de mi mismo, y vivir bajo su despotismo.

Gracias Edu.

jueves, 22 de julio de 2010

El mundo de las ventas es duro

y se llama Tierra.




Es un centro comercial de diseño moderno, con mucha publicidad, colores y pocas ventanas al exterior. Un señor de cincuenta años entra a una tienda de venta de zapatos y a los seis minutos aparece un muchacho de veinte años listo para ganarse la segunda comisión del día.
Lo aborda y empiezan a rodar las dos películas en paralelo.

La escena consiste en una cantina del lejano oeste. Se siente el vapor, se escucha la armónica, el viento sopla pero afuera, una bola de paja. El cantinero pule un vaso con su pañuelo rojo y mientras los abanicos son agitados con más insistencia para poder secar las blusas victorianas retumba la patada contra la puerta doble. El golpe del hierro contra la madera le da paso a una silueta oscura y maloliente.

Del otro lado del casino, opuesto a la entrada, el anfitrión observa callado y semisonríe virando los ojos hacia abajo, las cartas no le fallarán. Recupera el semblante y al verlo pasar le incita a jugar una partida con una oferta que a primeras parece insuperable. La sonrisa cómplice junto con un firme saludo afinca en el otro la idea de que nuestro astuto joven sabe moverse en el juego; hará de La Zorra una experiencia divertida. Los trajes pulcros.

Se detiene junto al tablón y con chasquidos indica que no andará con pendejadas en el negocio. Mira su vestimenta con repudio y le pide una mano al sentarse de golpe planeando la mirada por el lugar. Que se sepa bien quién es el que manda. -¡Y más vale que te apures!- Le reclama. Pero el muy condenado no tiembla. Discreto observa cómo sus manos empiezan a barajar con agilidad y precisión. -Sucio. Seguramente estás bien entrenado, no eres primerizo... Jum. Veremos cómo te desenvuelves más adelante- piensa el inmundo.

Nervios desviados de la cara, suenan incesantes los zapatos contra el suelo.

Se escucha un leve bullicio en el fondo acompañado por fichas resonantes, chips. Mujeres de vestido escarlata sonriéndole a los jugadores, afincadas del hombro derecho de los ganadores.
-En la noche de hoy tenemos una promoción especial, al jugar tres manos le regalamos un llavero encendedor- comentaba veloz al repartir. -Pronto notará que sólo le tomará un momento salir triunfante por esa puerta. Pero primero me tienes que decodificar...
>>Mi estimado señor, para jugar La Zorra es necesario aislar la mente, virar los ojos, oler las cartas. Es el juego de los escritores de publicidad, de los dueños de burdeles, de las sectas universitarias, el favorito de Simón Bolívar. A ver, a ver, parece que esta mano le sirveeeee pero no es así. Sabremos al principio del final de la anterior, sabremos cuando los juicios dejen de oscilar, cuando cambie la seriedad sin sacar la sonrisa. ¡Oh!

-¡Esta porquería no me sirve imbécil! A ver si nos vamos entendiendo. No me interesa si no te gusta lo que escupo o tu chalequito londinés, mira que para quitarme las botas no necesito ni tus tres segundos de ventaja. Ve apurando el paso, amarra el ritmo y haz lo que te diga. El juego lo barajarás tú, ¡pero las barajas me pertenecen a mi! lo controlo yo. -Atropelló con voz ronca. >>Ahora, cámbiame este ocho por un ocho y medio de otra pinta. Negro mejor, aguanta la respiración. Un, dos, tres, shot de tequila. Argh... ¡Un dos tres shot de tequila! Vira, vira. Seguimos, atrás dos piezas, vira, vira, ¡revolver! ¡Ja! Vira, vira, vira... Ahí tienes niño, aquí está mi mano. Eres un inútil.

-¡Caballero! ¿Otra mano? No se levante, usted

-Lo siento John, pero el jefe se va por otro camino. No hay venta.

miércoles, 21 de julio de 2010

Forastero


Pensando en el recaer y en cómo lo desmembró, lo desnudó, noté la diferencia de fondos entre su obra y la mía. Más allá de la forma, en la cual no hay punto de comparación, el motor de fondo es un punto discutible al escucharlo y al leerme.

Él, que piensa claro, que piensa justo, viste su mente como desea vestirla y sale a pasear en las oraciones coqueto de sus palabras, con el andar amanerado de tanta pedancia. Y yo, pretendiendo, admirando y tratando alcanzar ese punto, vistiendo los harapos que visto, pensando en las banalidades que pienso, inculto, ignorante, hoja seca en el río, me doy cuenta que en mi idiotez hay una lógica sustentadora:

Afán de relacionarme.




jueves, 15 de julio de 2010

¿Pero, qué es lo que quiero?

Tengo que definir lo que yo quiero.


Quiero tener una mujer con la que pueda disfrutar de mi vida.

La veo construida en los fines de semana, en las buenas relaciones que tengo con mi familia y las cosas que se me ocurren. Además cuando estoy cómodo soy sonriente y hablo demás. Hago reír también. Joussie, Jessika y Jetssel lo pueden confirmar.


El cariño intenso que tengo por mi familia, cada uno de ellos, hace que mi vida brille como los colores que atrapan las cámaras al tomar fotografías ambientadas en Bahía. Hay contrastes, conflictos, opiniones, sencillez y cotidianidad. Mis tías conversan con mi mamá sobre cómo la literatura puede renegar libros por ser éstos "Best Sellers". La playita, mojándome los shorts en esa agua tan cochina, en la que floto ligero.


Cuando tengo hambre opto por acercarme al Snack a comerme la que solía ser una buena hamburguesa. Sentarme solo en esas sillas de madera, con los lentes de sol, mientras los de mi edad, desconocidos por preferencia, me miran a lo lejos y piensan algo burlesco; algunos lo comentan, otros han aprendido.


Puedo ver la churuata de La Punta en plena noche con la miniteca sonando a todo dar. La pista vacía a excepción de dos pares de siluetas caminando, abrazados de frente, en compás. Es Joussie y su novio, y la otra no la conozco. Suena uno de esos merengues actuales que incitan a bailar con fuerza, de esos que en una conversación a la altura son catalogados como mala música.


Me gusta estar sólo con una niña ahí. Sentado en la mesita junto a la piscina que le da de beber a los murciélagos, ofreciéndole una cerveza porque compraré una para mi. Dármela del grande, del bailarín, del que sabe caminar.


La noche arropa, la puedo saborear. Estoy respirando su aire, clorificado.


Al día siguiente, bajando al mediodía, lo primero por hacer es saludar a todos los adultos con la cara inchada. Recibir sus sonrisas inquisitivas pero amables de ¿a qué hora llegaste anoche? Pasará media hora para que mi papá o mi tío Pablo o Pedro me ofrezca una cerveza, la cual aceptaré o no. Una azulita.


Los dos últimos se van a jugar raquetas. Yo me quito la camisa para evitar un bronceado indeseado, y mi mamá desde cualquier distancia me recordará colocarme el protector. Descalzo ahora camino hasta la orilla de olas milimétricas. El agua fría toca mis dedos que se engurruñan para recordar en ellos la sensación de esa arena, que parece tierra, en la que me he criado toda la vida.


Recuerdo una vez que decidí jugar a la Ere con los niños. Corría por todos lados, ellos reían con toda fuerza. Aminoraba el paso persiguiendo a Katherine mas corriendo a todo dar no alcanzaba a Pablito. Eduardo y Michelle reían más de lo que corrían, los quiero. Los quiero a ellos y los extraño, como extraño el saltar las tumbonas para ver si así realmente los atrapo. Tantos niños y yo con 9 años de diferencia persiguiéndolos para ser más niño como ellos, para reír como ellos y perder.


En los cumpleaños nos ubicamos en el mismo rincón donde se arman esas conversaciones custodiadas por periódicos del Meridiano en las sillas, koalas guindados en los tubos de los toldos, y cavas azules en el suelo; sólo que en estas ocasiones las celebraciones son nocturnas.


Hay un bombillo atornillado a un sócate conectado a un cable de terrible aislamiento que pretende estar enterrado en la arena para alcanzar el enchufe que se encuentra en la cocina del Snack.


Hay una mesa blanca y redonda llena hasta las metras de todo tipo de pasapalos salados. Sólo se vislumbra un plato lleno de caramelos y chupetas, el resto consiste en antipasto, pan, sanduchitos, pastelitos, salsas de ajo, de berenjena y queso parmesano, de atún. Y claro, el refresco, mucho refresco para servir en vasos de blanco plástico, enanos.


En algún momento las señoras en unanimidad decidirán hacer sesiones fotográficas con singulares que incluyen todas las posibles combinaciones de todos los presentes. La foto de los cinco, las fotos de las mujeres hacia delante, hacia atrás, sentadas, en pirámide, en pose, en poses, en línea, zigzag; la foto de los hombres, sentados porque no se animan a pararse, excepto para las muy esperadas fotos grupales donde cada quien pone su cara y se mete como puede en el lente de la cámara, pero eso sí, todos con una increíble sonrisa imposible de ocultar, que se escapa espontánea entre los pisotones amistosos. Es mágico.


Las voces suenan como cantos, o bulla, y hay música de fondo. Tío Pablo es el DJ.


Hay consejos, llamados, favores, comentarios individuales, anunciamientos familiares, chistes familiares. Los niños andan en cambote ingresando y saliendo de escena en distintos momentos de la noche, aunque cuando no están, están muy cerca. Lo veo con los ojos abiertos.



En épocas más concurridas todo es más complejo porque mi chévere familia ha decidido conocer mucha gente. No. Mi hermosa familia conoce demasiada gente en el Club simplemente por quienes somos. Yo no conozco tantos, pero los trato.




Soy educado y de buen semblante. De buena tez y voz aguda. Me se parar derecho y soy controlado. Creo pensar un poco más que los demás, mas no necesariamente en cosas más interesantes. Siento que hablo mucho de mi, pero me sé controlar, sé recibir señales.


Y lo que quiero es compartir este pedazo de vida con alguien que encaje, con alguien que entienda, valore y aproveche lo que mis días ofrecen. Ella que sea lo suficientemente paciente para entender que el inicio será lento no por propuesta sino por descarte, y pueda ver a través del tiempo las posibilidades que se le avecinan al aceptar estar conmigo. Tiene que ser alguien que yo le guste, no me sé vender. En persona soy erguido hasta en la actitud, y toma tiempo conocerme. Lo toma, y me gusta que sea así.



De mis amigos, la universidad, Evelio y Débora, hemos creado muchas vivencias, ellos más que yo. Y la mente se me apaga de saber que me pierdo muchas cosas en estos momentos, en los que podríamos mejorar nuestras relaciones, hacerlas más sublimes. Pero ustedes señor y señorita, son otra parte de mi vida de la que tendría la dicha de compartir con plena libertad, porque son como son, ustedes, tan chéveres. Es que todo sería tan interesante. Tanto.



Hoy llegué a la conclusión de que no creo en el salir a buscar una pareja. Creo en la espontaneidad, nuevamente.

martes, 13 de julio de 2010

Sgt. Mac's Lonely Hearts Club Band With A Little Help From The Snake



Estoy que no aguanto a llegar a la casa y prenderla de nuevo.
Hoy pude distraerme bastante en la mañana con el proyecto que me asignaron ayer. Hasta me divertí... Lo que hizo que las cuatro o cinco primeras horas del día pasaran velozmente. Hasta que llegó la tarde y mi mente lo notó...
Es como cuando la vejiga sabe que el baño esta a corta distancia...

Me siento acalorado, cuando cuento los minutos desespero. Me cuesta no ver el reloj, a pesar de que no quiero verlo. No me convenzo. No sé qué hacer. El tiempo... La adicción, el deseo y el tiempo.


¡¡Otro tema!!
¡Las trompetas están sonando!
xD



Hoy pensaba cómo rápidamente pasan las semanas. Hoy cumplo mi sexta en experiencia ingenieril neoyorquina.
En el fondo de todos estos días lo que más me emociona es la fecha de regreso, por lo que esta alta velocidad de los días no me disgusta. Pero hoy almorzando me di cuenta que todos los recuerdos y vivencias venezolanas reposan detrás de esta experiencia, en medio de los pensamientos que surgen en esta carrera posterior, más actual que ellos.

Por querer correr tan rápido a ese reencuentro estoy alejándome a mucha velocidad de todas esas cosas que aún no libero. Hay recuerdos que aún no están listos para formar parte de esa acogedora y lejana memoria; los tengo en mi cariño afectando mi cotidianidad y usándolos de ejemplo en cuestiones diarias, todavía.
No recuerdo cuando dejé de caminar a MEM para caminar al "Main Building".
Sí lo recuerdo. Pero no quiero.
Y son estas letras, como se empieza a volver usual, las que regulan mi respiración y hacen de mis asfixias sensaciones levitantes de lentos palpitares.


Hoy el Club de la Serpiente tomará vino. Y Deb me dijo que siempre estoy yo también.
Hoy vino
y más tarde, se fue.







Pero siempre la consigo...
¡Alegría! xD!! xD! xD!!! xD!! xD!!!


domingo, 11 de julio de 2010

Luces sobre el potencial

Ahorita estoy experimentando la sensación de tener el potencial de hacer algo genial y no haberlo hecho aún. Mi blog va a mejorar.

Siento cómo la sangre sube a mi cerebro, respiro distinto, con más calma, pero el pálpito es más pronunciado, mas no más rápido ni más fuerte, mas bien más presente. La vista se me nubla mientras veo perfectamente; está nublada y detallo más que antes, más allá de la siluetas, los objetos están más tridimensionales. No toca nada. Sólo estoy sentado, viendo respirando, sin sueño, relajado y emocionado.

Estaba pensando que mi profesión es la Ingeniería Mecánica, pues eso es lo que estudio en las clases de la universidad. Estoy muy satisfecho con ella. Pero encuentro en mi cierta vanidad de tener gusto por escribir cuando nada me lo exige.

He leído y he escuchado, simplemente sé sobre cómo el deber puede arrancarle los colores al amor por algo. No es igual hacer algo por obligación que por espontaneidad. Y a pesar de que uno puede llegar a amar su profesión, su trabajo, no es esto a lo que quiero referirme: es diferente lo espontáneo, crece de otra manera.

A donde quiero llegar. Soy ligeramente vanidoso por estudiar ingeniería y tener cierta atracción por la escritura. Lo sé, no soy el único, ni el "mejor". No es eso.

Soy ligeramente vanidoso por estudiar ingeniería y tener atracción por la escritura. También porque me gusta mi manera de pensar. Estoy dispuesto, totalmente, inclusive emocionado, a vivir toda mi vida en convivencia conmigo mismo.

NOTA: Sentí un aire macabro al escribir la última frase. Es que luce como una sentencia, y de ser rota algún día, esa oración hará mi carga mucho más pesada. Y no, no soy un asesino, ni seré.

jueves, 1 de julio de 2010

en Estreñimiento

Alieno.
No puedo ni escribir bien
del malestar. Es como
sueño. Estar lleno.

Alieno, pensando en lo
escrito, sé que desde siempre he
condenado la desapreciación
de lo hermoso, mientras
me desboco hacia lo
incorrecto.

De blanco y negro,
comenté.

Pero hablar de grises es
muy complicado. Explícale
a alguien cuál es el gris
que quieres. Con palabras,
frases completas.

Mas bien uno le apuesta
a ver el gris por ahí,
porque realmente no sabes
cuál quieres, y cuando
pasa cualquiera frente
a ti, lo señalas por sus
destellos o lo opaco o lo
que sea.

Después nos preguntamos
por qué no resultó, por
qué tantos conflictos.

Recurrimos a frases
populares, a todos nos
pasa, nos regordeamos
para falsa esperanza.

Simplemente son pocos
los que se sientan y
piensan, ¿a quién yo
quiero como pareja? ¿cómo
condenar características
si de drogadictos gente
ha encontrado felicidad?
Si los errores nos enseñan
y los defectos pueden ser
fortalezas, entonces ¿cómo
clasifico a mi pareja?
¿Cómo sé a quien quiero?

Y con las amistades
claro que no pasa. Porque...
no sé. Porque es más
amplia. Dos personas más
amplia. Porque no nos
preocupa tanto el desecho.

Yo creo que hasta porque
nos cuesta menos señalar,
porque será menor el
contacto y por lo tanto
menor la condena a
tolerar actos, imbecilidades.
En vez nos reímos, qué
gracioso, se vuelve emotivo,
un chiste. Qué buen
amigo.

Compartimos momentos,
no somos realmente
necios, y si lo somos,
lejanía y olvido, problema
resuelto. El corazón se
cura solo porque no se
amarró, porque le es
más sencillo revocar los
buenos momentos apoyándose
en los malos.

Y al fuckin' amor,
hay que estarle recordán-
doselos. "Se acabó por lo malo,
lo bueno no superó". ¿Y de
dónde vienen las malditas
cadenas que me atan a
ella? De mi.

Que me gusta pensar
en ella, en lo que me
dio. Ahora que no la
tengo
que tolerar, que
no le debo nada
puedo darme el lujo de
extrañarla...

Ya nadie se compromete a extrañar. A pensar lo que quiere, marcar pauta, plantar posición y mantenerla ante piernas carnosas, nalgas firmes y cerebros interesantes.

Todos asumen. No
extrañar es bueno.
Odio extrañar.

Que se dividan los sentimientos en múltiples colores, pero se clasifiquen en dos signos simplifica la vida; y no deja apreciar ni la dulzura de la melancolía ni la amargura de tener a alguien a quien amar.