
me voy a caminar por Manhattan! xD
Aquí voy en la búsqueda de correctas razones (no las que me impulsaron a crear este blog), exploración y explotación de potencial, identidad: definición de las importantes diferencias entre los verbos "ser" y "estar". Algunas veces soy un poco desorganizado...
Tengo que definir lo que yo quiero.
Quiero tener una mujer con la que pueda disfrutar de mi vida.
La veo construida en los fines de semana, en las buenas relaciones que tengo con mi familia y las cosas que se me ocurren. Además cuando estoy cómodo soy sonriente y hablo demás. Hago reír también. Joussie, Jessika y Jetssel lo pueden confirmar.
El cariño intenso que tengo por mi familia, cada uno de ellos, hace que mi vida brille como los colores que atrapan las cámaras al tomar fotografías ambientadas en Bahía. Hay contrastes, conflictos, opiniones, sencillez y cotidianidad. Mis tías conversan con mi mamá sobre cómo la literatura puede renegar libros por ser éstos "Best Sellers". La playita, mojándome los shorts en esa agua tan cochina, en la que floto ligero.
Cuando tengo hambre opto por acercarme al Snack a comerme la que solía ser una buena hamburguesa. Sentarme solo en esas sillas de madera, con los lentes de sol, mientras los de mi edad, desconocidos por preferencia, me miran a lo lejos y piensan algo burlesco; algunos lo comentan, otros han aprendido.
Puedo ver la churuata de La Punta en plena noche con la miniteca sonando a todo dar. La pista vacía a excepción de dos pares de siluetas caminando, abrazados de frente, en compás. Es Joussie y su novio, y la otra no la conozco. Suena uno de esos merengues actuales que incitan a bailar con fuerza, de esos que en una conversación a la altura son catalogados como mala música.
Me gusta estar sólo con una niña ahí. Sentado en la mesita junto a la piscina que le da de beber a los murciélagos, ofreciéndole una cerveza porque compraré una para mi. Dármela del grande, del bailarín, del que sabe caminar.
La noche arropa, la puedo saborear. Estoy respirando su aire, clorificado.
Al día siguiente, bajando al mediodía, lo primero por hacer es saludar a todos los adultos con la cara inchada. Recibir sus sonrisas inquisitivas pero amables de ¿a qué hora llegaste anoche? Pasará media hora para que mi papá o mi tío Pablo o Pedro me ofrezca una cerveza, la cual aceptaré o no. Una azulita.
Los dos últimos se van a jugar raquetas. Yo me quito la camisa para evitar un bronceado indeseado, y mi mamá desde cualquier distancia me recordará colocarme el protector. Descalzo ahora camino hasta la orilla de olas milimétricas. El agua fría toca mis dedos que se engurruñan para recordar en ellos la sensación de esa arena, que parece tierra, en la que me he criado toda la vida.
Recuerdo una vez que decidí jugar a la Ere con los niños. Corría por todos lados, ellos reían con toda fuerza. Aminoraba el paso persiguiendo a Katherine mas corriendo a todo dar no alcanzaba a Pablito. Eduardo y Michelle reían más de lo que corrían, los quiero. Los quiero a ellos y los extraño, como extraño el saltar las tumbonas para ver si así realmente los atrapo. Tantos niños y yo con 9 años de diferencia persiguiéndolos para ser más niño como ellos, para reír como ellos y perder.
En los cumpleaños nos ubicamos en el mismo rincón donde se arman esas conversaciones custodiadas por periódicos del Meridiano en las sillas, koalas guindados en los tubos de los toldos, y cavas azules en el suelo; sólo que en estas ocasiones las celebraciones son nocturnas.
Hay un bombillo atornillado a un sócate conectado a un cable de terrible aislamiento que pretende estar enterrado en la arena para alcanzar el enchufe que se encuentra en la cocina del Snack.
Hay una mesa blanca y redonda llena hasta las metras de todo tipo de pasapalos salados. Sólo se vislumbra un plato lleno de caramelos y chupetas, el resto consiste en antipasto, pan, sanduchitos, pastelitos, salsas de ajo, de berenjena y queso parmesano, de atún. Y claro, el refresco, mucho refresco para servir en vasos de blanco plástico, enanos.
En algún momento las señoras en unanimidad decidirán hacer sesiones fotográficas con singulares que incluyen todas las posibles combinaciones de todos los presentes. La foto de los cinco, las fotos de las mujeres hacia delante, hacia atrás, sentadas, en pirámide, en pose, en poses, en línea, zigzag; la foto de los hombres, sentados porque no se animan a pararse, excepto para las muy esperadas fotos grupales donde cada quien pone su cara y se mete como puede en el lente de la cámara, pero eso sí, todos con una increíble sonrisa imposible de ocultar, que se escapa espontánea entre los pisotones amistosos. Es mágico.
Las voces suenan como cantos, o bulla, y hay música de fondo. Tío Pablo es el DJ.
Hay consejos, llamados, favores, comentarios individuales, anunciamientos familiares, chistes familiares. Los niños andan en cambote ingresando y saliendo de escena en distintos momentos de la noche, aunque cuando no están, están muy cerca. Lo veo con los ojos abiertos.
En épocas más concurridas todo es más complejo porque mi chévere familia ha decidido conocer mucha gente. No. Mi hermosa familia conoce demasiada gente en el Club simplemente por quienes somos. Yo no conozco tantos, pero los trato.
Soy educado y de buen semblante. De buena tez y voz aguda. Me se parar derecho y soy controlado. Creo pensar un poco más que los demás, mas no necesariamente en cosas más interesantes. Siento que hablo mucho de mi, pero me sé controlar, sé recibir señales.
Y lo que quiero es compartir este pedazo de vida con alguien que encaje, con alguien que entienda, valore y aproveche lo que mis días ofrecen. Ella que sea lo suficientemente paciente para entender que el inicio será lento no por propuesta sino por descarte, y pueda ver a través del tiempo las posibilidades que se le avecinan al aceptar estar conmigo. Tiene que ser alguien que yo le guste, no me sé vender. En persona soy erguido hasta en la actitud, y toma tiempo conocerme. Lo toma, y me gusta que sea así.
De mis amigos, la universidad, Evelio y Débora, hemos creado muchas vivencias, ellos más que yo. Y la mente se me apaga de saber que me pierdo muchas cosas en estos momentos, en los que podríamos mejorar nuestras relaciones, hacerlas más sublimes. Pero ustedes señor y señorita, son otra parte de mi vida de la que tendría la dicha de compartir con plena libertad, porque son como son, ustedes, tan chéveres. Es que todo sería tan interesante. Tanto.
Hoy llegué a la conclusión de que no creo en el salir a buscar una pareja. Creo en la espontaneidad, nuevamente.